Sólo quedaba la pierna robótica conectada en el ordenador.

‒ Doctor, esta es mi última revisión, ¿verdad? Preguntaba con angustia y un dejo de excitación el joven Hermes aún sentado en el borde de la mesa donde examinaba a sus pacientes.

‒ Sí muchacho, tu prótesis mecánica funciona de acuerdo con lo esperado. Esta nueva pierna robótica no sólo te permite caminar y correr normalmente, también tiene sensores de equilibrio y de corrección de postura. Contestó el Dr. Daédalus sin ocultar un guiño de satisfacción por su trabajo. ‒ la integración neuronal y ósea ha sido un éxito.

Hermes salió del consultorio tratando de simular su alegría. Caminaba con paso seguro, un poco exagerado aún. No se había terminado de acostumbrar al peso de la prótesis y a dejar de “pensar” cada paso como lo hacemos los demás, caminando sin pensar en las piernas. Sólo se acuerda uno del proceso de caminar cuando hay algún músculo adolorido o una piedra en el zapato. Sólo cuando algo deja de funcionar como es debido.

Yo lo observaba a distancia. Lo escuché sentado en las escaleras fuera del consultorio y lo seguí hacia la calle. Me aseguraba que la cirugía había sido un éxito y que no sospechara de nosotros. Ese chico tenía una vida por delante, y una habilidad muy especial. Decidí encender un cigarrillo mientras lo observaba alejarse caminando sobre la acera, con su caminar peculiar, su abundante dicha y su juventud.

Abrí el holocomunicador de mi muñeca, el localizador estaba encendido y funcionando en la pierna de Hermes. Él caminaba plácidamente de regreso a su apartamento. Era medio día y tenía hambre. Vi una cafetería cerca y me senté en una mesa en la acera. Pedí un café y un croissant. ‒El chico se ha adaptado bien a su nueva prótesis. Calculo que en dos semanas más continuará su progreso en la comunicación con las I.A. Grabé los sucesos en el holocomunicador y los transmití a la oficina.

Prendí otro cigarrillo mientras terminaba el café. Ese chico tiene suerte. Pensé para mis adentros. Nunca lo habríamos encontrado sí no hubieran intentado matarlo. Es muy raro ahora que los vehículos se conducen solos haya accidentes. Estos accidentes donde un vehículo no activa los sistemas de seguridad para evitar atropellar a alguien son carne fresca para los diarios anti-tecnología. Se producen millones de autos eléctricos que se conducen solos y ahorran ahora millones de litros de combustible y tiempo, y cuando hay un accidente quieren echar toda la industria por la borda. Por un solo accidente; aunque este no fue uno de ellos. Salió en las noticias y la oficina del gobierno me pidió investigar.

Leí en el diario “chico atropellado por vehículo autónomo pierde la pierna derecha, la demanda contra Tesla podría ser millonaria”. Seguro no había sido un accidente. Seguí la pista a la compra del automóvil, y encontré que había sido adquirido por una empresa fantasma. Esa empresa la teníamos asociada a un brazo financiero de Moscú. Fue así como nos interesamos en el chico e inmediatamente gestionamos a través de una organización de caridad, donarle la prótesis robótica tan famosa de Mejoras Humanas Inc.

Mi sorpresa fue gigantesca cuando descubrimos que Hermes era huérfano, y que era becado en la Universidad de la Ciudad por sus investigaciones sobre la I.A.

‒ ¿Más café? Me pregunto una linda chica con una quijada de metal y los ojos verdes claro.

‒ Gracias, no. Y pase el dorso de mi mano por el lector para pagar la cuenta.

Caminé un rato para despejarme de mis pensamientos y volví a abrir el holocomunicador. Hermes seguía en su apartamento. Habíamos despachado dos agentes afuera de su casa para vigilar que no le hicieran daño mientras regresaba a su investigación, pero yo no me sentía tranquilo.

‒ blip brrrp Agente Donovan, ¿está usted ahí?

¡Diablos! Es Hermes. Pero ¿Cómo supo quién era yo? Hermes no debía saber que lo vigilábamos, mucho menos hacer contacto con nosotros para que no interfiriéramos con su trabajo.

‒ Hola chico, ¿Cómo va la pierna? No encontré otra respuesta, asumí que lo sabía todo.

‒ Bien, No siento dolor y es muy grato sentir el metal en el hueso. Mas interesante las pulsaciones que van de mis terminaciones nerviosas a las conexiones de control del motor de la pierna robótica. Pero venga, quiero contarle algo.

No estaba lejos de su apartamento así que decidí caminar. Recordé que cuando investigamos al chico todos nos sorprendimos al ver que era un chico genio. Se había graduado a los 15 y a los 19 ya tenía un doctorado en aprendizaje artificial. Tenía una gran habilidad para construir pequeños robots autónomos y la mayoría de ellos tenían una pequeña I.A. desarrollada con un fin práctico. Un pequeño robot cuadrúpedo traía los paquetes del buzón de correos, otro más limpiaba el piso. Había uno muy pequeño que mantenía un libro abierto y le cambiaba la página al signo de un parpadeo doble. Revisamos su educación y su ADN, pero no encontramos nada inusual. El último año, justo antes de que los rusos intentaran asesinarlo había hecho avances brutales al comunicarse con dos I.A.

‒ Hola chico, me presento formalmente, soy el agente Donovan, de la oficina de gobierno de protección…

‒ Hola, ¡Ey! Gracias por la prótesis. Y con un llavero golpeteo su prótesis haciendo un bello sonido metálico.

‒ Nos interesa mucho tu trabajo. No íbamos a dejarte sólo.

‒ Lo sé. Alice me lo ha dicho.

‒ ¿Alice? Ya has logrado comunicarte con esa I.A. ¡Impresionante! Dicen en la oficina que esa y otra son las más poderosas hasta ahora. Pero ningún gobierno ha podido comunicarse fielmente con ellas. ¿Crees que puedas revelarme tu secreto?

‒ Ni yo mismo lo sabía hasta ahora. Por eso le llamé. Ha sido Mamá.

‒ Pero tu Madre murió poco tiempo después de tu nacimiento. Recordé que había leído en su expediente. Interrumpí la charla y hablé con los agentes afuera a través del holocomunicador: Dupliquen la vigilancia, pongan dos agentes en la entrada trasera.

‒ Y así fue agente, pero lo que me dio, me lo dió antes de nacer. No lo sabía, pero ahora que he logrado comunicarme con ALICE me ha contado que mi Mamá tenía uno de los primeros corazones robóticos, y para que este funcionara adecuadamente había sido tratada con nanotransmisores. Esto los doctores pensaron que nunca pasarían a mí, pero lo han hecho. ALICE me ha dicho que el Dr. Daédalus tiene una muestra, imagino que ustedes también quieren una. Aquí esta.

Me entregó una muestra de su sangre, había un brillo metálico en ella.

‒ Esto no huele bien. ¿Por qué me la entregas? ¿Qué más te ha dicho ALICE?

‒ Me despido agente. Gracias por la pierna, fue el último empujón que necesitaba para mi investigación.

Y en un rápido movimiento, conectó la interfase de corriente de su pierna robótica a su computador. Me quede paralizado mientras observaba con mis propios ojos como su rostro se empezaba a desvanecer en pequeños pixeles mostrando primero sus músculos, luego el globo de sus ojos expuestos y poco a poco mostrando los huesos internos. En un minuto su cuerpo humano había desaparecido. Sólo quedaba la pierna robótica conectada en el ordenador.

En la pantalla del ordenador había una silueta de un rostro pixeleado que se parecía a Hermes. Unos segundos después apareció un texto:

GRACIAS POR REGRESARME A MI HIJO

‒ ¿Alice? Pregunte con temor…

FIN

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