Atrás quedaron los sonidos del bosque, la calidez de la fogata y el murmullo de tu voz. Escuché un par de pasos acercarse hacia mí, sentí el frío de la mañana despertando todos mis sentidos, y una voz llamando mi atención.
Encuentros inesperados

Atrás quedaron los sonidos del bosque, la calidez de la fogata y el murmullo de tu voz. Escuché un par de pasos acercarse hacia mí, sentí el frío de la mañana despertando todos mis sentidos, y una voz llamando mi atención.
Esas sensaciones que se convertirán en un carrete de la idea primigenia, para después hilarla en un enunciado, luego en dos, y en párrafos y hasta contemplar un tejido colorido.
Siempre ha sido así. Los ingenieros que los diseñan nunca imaginan lo inusual e imaginativo de las tareas que las personas les asignan a sus robots.
-Este bot es demasiado inteligente. ¡Es más! Puede que no sea un bot. Seguramente es una persona la que escribe realmente esos tuits.
-Hi metallic fella’, My name is Roderick. What are you doing out here in the rain?
Descubrí una hermosa tela como salida de un cuento de hadas, salpicada de pequeñas estrellas por doquier.
Me solté de la banda elástica y flotando, empujándome con las paredes me acerqué a una de las terminales. Un mensaje parpadeaba en rojo.
A veces solo es necesario sumergirse en el relato. Dejarse sumergir en otra realidad sin cuestionarla.
Cuenta la marea que en un lugar lejano al otro lado del mundo, en una playa escondida hay un pequeño buzón, sin dirección, sin código postal y sin dueño
Amable lector, esta mañana termine de leer una gran historia, la cual me hizo preguntarme ¿cómo era posible que hubieran pasado casi 200 años y los sentimientos se sigan percibiendo de la misma manera?